Haciendo yogures en casa: un enfoque económico y medioambiental

Estándar

Llevamos un tiempo en casa intentando reducir el uso de plásticos y ser más sostenibles en general, y un día caí en que gran parte de los envases que generamos son yogures. En casa somos 4, y consumimos yogures a un ritmo galopante (hay ciertos señores bajitos que se los zampan de 2 en 2 o de 3 en 3). Nunca había visto que eso tuviera solución, hasta que una amiga me enseñó que se hacía sus propios yogures (además buenísimos), y ahí una neurona me hizo clic.

El caso es que ahí empecé a investigar el tema, y fui haciendo experimentos.

Primera iteración: versión «estándar»

De entrada la cosa es fácil: mezclas un yogur normal con 1 litro de leche, lo dejas reposar como 8 horas o así a unos 40 ºC y listos, ya tienes yogur. Como no tengo yogurtera, y paso de meter otro cacharro en casa, lo hice en el horno, que tiene un modo de descongelación en el que le puedes ajustar la temperatura a valores muy bajos. 8 horas a 41 ºC, y los yogures salen sin problema.

¿Problemas? Varios:

  • La consistencia no es tan firme como la de los yogures normales, salen algo más líquidos
  • Para mi gusto, quedan algo ácidos
  • Hay que seguir comprando yogures, para usarlos de «semilla»

Aparentemente la cosa no es muy boyante, parece que hay más inconvenientes que ventajas. Afortunadamente no desistí, y empecé a leer sobre el tema. Dejando de lado que muchos blogs que hablan del tema son un tanto, ejem, comeflores y dicen cosas un poco estrambóticas, como que es mejor leche normal que pasteurizada (cuando es al revés, la leche natural tiene más bichillos, que compiten con el yogur por la lactosa) sí descubrí cosas muy interesantes. Como que en vez de partir de un yogur comprado se puede comprar directamente el bacilo de los yogures, desecado, con lo que consigues yogures «de pura raza», más firmes y consistentes. O que no hay un único bacilo para hacer yogur, sino que hay varios para diferentes gustos. Además de varios truquillos para mejorar la consistencia.

Así las cosas, a continuación viene la…

Iteración final: los yogures perfectos

En mi experiencia de prueba y error, para conseguir unos yogures perfectos, hace falta:

  • Lactobacilus bulgaricus, o sea yogur búlgaro. Es un tipo de yogur menos ácido y más cremoso que el normal que comemos por aquí, y para yogures caseros es ideal. Yo lo encontré en Amazon.
  • Obviamente, botes en los que poner el yogur. Ya que estamos reduciendo plástico, de cristal. Y con tapa, o si no habrá que empezar a tapar con papel film y demás, y no habremos ganado nada en cuanto a reducción de plásticos. Yo uso éstos, son perfectos tanto en tamaño como en funcionalidad.
  • 1 litro de leche semidesnatada (empecé con entera, pero quedan igual de bien y así son menos grasos)
  • 2 cucharadas de leche en polvo desnatada (aporta lactosa, por lo que mejora la consistencia sin añadir grasas)
  • Azúcar al gusto y, si apetece, colorantes o saborizantes diversos: yo he probado de vainilla, limón, naranja, fresa, coco, plátano y tarta de queso. Todos muy buenos, incluso diría que con mejor gusto que los clásicos de los yogures de supermercado. Incluso algunos (como el de naranja) que directamente no existen en yogures comprados.
  • Un termómetro de cocina como éste ayuda mucho en las diferentes fases

Lo que hay que hacer es poner la leche al fuego junto con el azúcar (opcional) y la leche en polvo, y cuando llegue a unos 75 ºC, bajar el fuego y mantenerla ahí 10 minutos. Luego retirar, dejarla templar hasta que llegue a 40 ºC, y añadir el sobrecito de lactobacilo. Remover bien con unas varillas, añadir saborizantes o colorantes si se quiere, y poner en los botes. Dejar unas 24h a entre 40 y 45 ºC, y listos.

La gracia de usar lactobacilo es que la primera remesa se puede usar para hacer una segunda, con la diferencia de que en vez del sobrecito hay que poner 50 g del yogur de 1ª generación, y que en vez de 24h basta con 6h o así. Por supuesto la primera generación se puede comer también sin problema, faltaría más, sólo que es una pena que, con lo que tarda la primera vez, no la guardemos para facilitar las siguientes remesas. Por no hablar de que así «exprimimos» más los sobrecitos, como se verá a continuación.

Economía del proceso

A ver, que este blog es de eficiencia, no de cocina. Hacer yogures está muy bien, pero no podemos dejar de analizar el aspecto económico y monetario del asunto.

Veamos, en el súper, un pack de 16 yogures Hacendado (en mi opinión los más buenos del mundo mundial) sale a 2 eurillos. Eso son 12,5 céntimos el yogur.

El preparado para yogures sale por unos 10 eur, y tiene 5 sobres. Si con cada sobre y 1 litro de leche hago 8 yogures, me sale que 40 yogures me han salido por 13,75 eur (10 eur del preparado + 5*0,75 eur de la leche), o sea 34 céntimos el yogur. Vaya por $DIOS, sale a más del triple…

Pero no seamos tan obtusos, porque la primera generación del yogur la podemos usar para hacer las siguientes. Si somos previsores y el yogur «de polvitos» lo congelamos entero, y tenemos en cuenta que una tongada de 8 yogures requiere sólo 50 g de yogur, resulta que cada sobrecito me da para 20 «dosis» de 50 g, o sea 200 yogures. Por tanto, con la caja entera serían 800 yogures en total. Para tanto yogur necesitaré 105 litros de leche, por lo que me habré gastado 88,75 eur, o sea algo más de 11 céntimos el yogur.

Así parece que ya nos salen las cuentas. Pero veamos cómo va variando el coste por yogur en función de cuántos yogures hagamos:

Para los yogures comprados, está claro: valen lo mismo independientemente de cuántos te comas.

Con los yogures caseros, se ve cómo al principio el coste es carísimo (por el hecho de que hay que comprar la caja con los fermentos, que son 10 euracos), pero conforme vas haciendo, los costes bajan notablemente. Si directamente usas los sobrecitos para hacer yogures y comértelos, el coste baja y se estabiliza, pero aún sigue siendo carísimo comparado con los yogures comprados. Ahora bien, si somos un poco listos y la primera tongada de los sobres la congelamos, el coste cae en picado, y para cuando llevamos como un tercio de los sobres gastados, ya estamos ahorrando dinero respecto a los yogures comprados. Aunque cuando pasamos el límite de los 800 yogures el coste vuelve a subir (porque toca comprar otra caja de polvos), la cosa se va estabilizando, y cuando el número de yogures tiende a infinito, el precio se estabiliza en poco más de 10 céntimos, casi 3 céntimos menos por yogur que los yogures comprados.

EDITO: Como muy bien comentan en los comentarios, no he tenido en cuenta el coste de la electricidad, porque quieras que no toda la noche en el horno a 40 ºC algo gasta también. Me he entretenido a mirar el consumo eléctrico del horno en una tongada de yogures, y me ha salido esto:

Consumo del horno durante toda la noche, para hacer una tongada de yogures

En total, he gastado 1,33 kWh, que en horario reducido me habrán costado unos 10 céntimos. Si he hecho 12 yogures, pongamos que el coste se incrementa en menos de un céntimo por yogur. Sigue saliendo beneficioso respecto a los comprados.

Por tanto, parece claro que, desde el punto de vista económico, los números salen por poco que planifiquemos bien. El beneficio medioambiental también es alucinante, porque con los yogures caseros generaremos cero patatero en cuanto a envases. Y el beneficio al paladar también es notable, porque francamente los yogures caseros están muy ricos. Tampoco olvidemos el aspecto saludable, porque en mi caso los yogures están igual o más ricos que los comprados, y con la báscula en la mano tienen más o menos la mitad de azúcar que los del súper.

Vamos, que lo de hacerse los yogures en casa sólo son ventajas: ahorraremos dinero, reduciremos plásticos, comeremos más sano y encima seremos la envidia de amigos y familia, cuando vean los yogures tan buenos que comemos 🙂

6 comentarios en “Haciendo yogures en casa: un enfoque económico y medioambiental

  1. Muchas gracias por el análisis, pero hay algunas cosas que te dejas el tintero, jeje, en particular ¿Qué pasa con los costes de energía? El proceso inicial de calentado en la olla no creo que sea gran cosa, pero un horno 24 horas encendido es harina de otro costal. Aunque sea a baja temperatura, ¿has calculado qué gasto te supone?

    Otra pregunta que tengo es ¿por qué utilizar sólo la primera remesa como semilla? ¿no puedes utilizar cualquier yogur de cualquier remesa para alimentar la nueva? Entiendo que el bacilo es una bacteria que se reproduce hasta llegar a su máximo de población en cada yogur ¿no? Si es así no veo por qué la remesa 7 debería tener menos densidad de bacterias que la 1. Debería ser posible mantener el chiringuito para siempre como se hace con la masa madre de pan. ¿O se me está escapando algo?

    • Cierto, tendré que incluir el factor energético en el asunto, lo había obviado pero hay que ser justos :-). A falta de ver los números, lo del horno 24 horas (más bien 8) no es demasiado crítico, porque realmente el termostato está a 41 ºC. La resistencia prácticamente no se enciende, no creo que gaste apenas nada. Pero en la próxima remesa lo mido y añado la gráfica.

      Sobre usar indefinidamente el yogur, yo también pensaba que se podría, pero por lo que he leído resulta que los bacilos del yogur no son uno solo, sino varios de ellos en una proporción concreta. En la dosis original y en las primeras generaciones más o menos se mantiene la proporción, pero llega un momento en que la cosa se desestabiliza, y el yogur ya no queda bien.

      • Entiendo. Muchas gracias por responder tan rápido y enhorabuena por el blog ;). Cuando tenga tiempo le echo un vistazo a otras cosas. Ya te haré más preguntas, jeje.

        Saludos!

  2. Yo creo que debes volver a replanteártelo todo. ¿Cómo es posible que los industriales salgan a ese precio, viva tanta gente de ellos, y encima den dinero al dueño de la fábrica y al del súper? Piensa…

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